Al acceder a los
rasgos definidores de su culto, nos encontramos con que existieron grandes y
evidentes diferencias en el modo en que el dios Mithra fue adorado tanto en su
región original del Irán, como posteriormente cuando bajo la forma de un culto
mistérico penetró en las fronteras del Imperio Romano. Pero, también es posible
sostener la afirmación de la existencia un cierto grado de continuidad; de tal
manera, que surge la necesaria pregunta en torno a cuál pudo ser la relación
que existió entre el dios venerado entre los persas y el dios que presidía los
misterios. Esta cuestión no es nueva, ya que entre los propios contemporáneos a
los misterios mitraicos existió un entendimiento de la conexión que había entre
Mithra y su vinculación con el mundo persa.1
Sin embargo,
asistimos a un interesante debate historiográfico, al cual pretende contribuir
el presente trabajo, que ha enfrentado las opiniones de especialistas en Mithra
y el Mitraísmo, en torno a la polémica cuestión de la continuidad entre el dios
oriental y el occidental. A principios del siglo XX, F. Cumont expone su teoría
en la cual presenta a los misterios mitraicos como una evolución del mazdeísmo
iranio. Este autor entendía que existía una conexión ineludible entre una
práctica religiosa y la otra, manifestada principalmente por la presencia de
ideas teológicas mazdeístas y el protagonismo que él confería a los magos en la
propagación del culto de Mithra en Asia Menor y en la propia Roma.2
Esta opinión
continuista se ha encontrado principalmente con la oposición de dos autores: S.
Wikander y R. L. Gordon. El primero, presentaba dos argumentos para refutar la
hipótesis de Cumont. Por una parte, planteaba que la formación de los misterios
se había producido en los Balcanes; por otra, quiso confirmar que el dios de
ambos modos religiosos era diferente debido a las variaciones etimológicas que
se producían en algunas inscripciones.3
La crítica de R.L.
Gordon se dirige hacia el fundamento teórico sobre el cual Cumont articuló su
investigación respecto a estos elementos iranios presentes en el mitraísmo
romano; de tal manera, cuestiona muchas de las conclusiones a las que llegó
Cumont, ya que las considera, en algunos casos, prematuras; en otros, Gordon ve
una cierta predisposición del investigador belga que le llevaba a encajar las
piezas en función de su premisa de partida: entender el Mitraísmo como una
religión irania. De ahí que la conclusión de Gordon se dirija a la consideración
de la teoría de Cumont como un tanto ligera.4
Frente a estas
opiniones y enlazando con la línea establecida por Cumont, podemos destacar dos
autores que han desarrollado trabajos que intentan consolidar la idea de
continuidad entre el Mithra iranio y el Mithra de los misterios. G. Widengren
considera que existen suficientes elementos que nos permiten afirmar la
estrecha relación que existió entre una práctica religiosa y la otra; al mismo
tiempo que intenta rastrear el momento preciso en que debió de producirse el
cambio o evolución hacia la forma cultual que se estableció en el mundo
occidental.5
El trabajo de L.A.
Campbell se centra en estudiar el componente iránico que, a su entender, está
presente en los monumentos de los misterios y acaba por reconocer que en estas
expresiones artísticas existen elementos orientales (en gran medida persas)
relacionados con el aparato simbólico e ideológico utilizado en Persia para
expresar ideas sobre la Creación, la Naturaleza, el destino de las almas, etc.6
El elemento que
agrupa estas diferentes opiniones es su posicionamiento con respecto a la
teoría de Cumont que hablaba del Mitraísmo como una forma romana de mazdeísmo,
tratando así de estudiar la procedencia y presencia de elementos de origen
iranio en el mitraísmo romano. Frente a estas posturas se encontrarían aquellas
más recientes que han profundizado en el entendimiento del Mitraísmo como una
religión mistérica fundamentada casi exclusivamente en elementos astrológicos.
Las dos teorías más radicales en este sentido serían las expresadas por M.
Speidel y por D. Ulansey.
Speidel intenta demostrar las similitudes que existieron entre el Mithra
occidental y el dios Orión, de las que concluye: the true act of founding Western Mithraism
thus consisted in a transfer of the name, the trappings, and the prestige of
Iranian Mithras to the cult of Orion in the Roman army (...) Mithraism was not
an artificial religion but an orientalizing, and perhaps philosophizing,
adaption of an existing cult: the cult of Orion.7
Ulansey también es partidario de la creación del culto mitraico en un contexto
romano, donde se habría tomado el nombre de Mithra para hacer popular y
legítima esta práctica religiosa.8
Este breve repaso
historiográfico, nos introduce directamente en el tema que preside este
estudio. Al acercarnos nosotros también a esta pregunta respecto a la
continuidad existente entre el Mithra iranio y el Mithra de los misterios,
debemos aclarar antes desde qué posiciones partimos. Los estudios que intentan
establecer paralelismos entre prácticas religiosas de los pueblos del pasado,
pueden caer fácilmente en la ligereza en cuanto a sus conclusiones o en el
peligro del apriorismo.
Por tanto, intentaremos no ser precipitados en nuestras conclusiones, para lo
cual, evitaremos hablar de la identificación entre ambos dioses de un modo
general. Trataremos, pues, de establecer algunos puntos concretos en los cuales
podamos fundamentar nuestra posición.
Mithra y el Sol.
Uno de los elementos
que se nos presentan a primera vista como fundamentales a la hora de establecer
la línea de continuidad que se rastrea entre Mithra iranio y Mithra occidental
es el de la especial relación con el astro solar.9 En el culto
iranio de Mithra podemos identificar una serie de elementos que nos hablan
directa e indirectamente de una asunción de elementos solares, e, incluso, en
algunos momentos de una identificación con el Sol. Es importante intentar matizar
de qué modo se produjo esta especial relación de identificación-asociación
entre el dios Mithra y el Sol. En el marco iranio, son distintos los campos
desde donde podemos dirigir la respuesta a esta pregunta. Un primer aspecto a
tener presente sería tratar de indagar el momento en que se produce esta unión.
El culto de Mithra remonta su origen al contexto de las tribus indo-iranias que
sacralizan la idea de contrato, hasta el punto de personificarla en un dios que
vele por el cumplimiento de dichos compromisos. Sin embargo, progresivamente,
este dios del contrato irá engrosando sus funciones y asumiendo características
y competencias mucho más complicadas. Una de estas atribuciones será la
asunción de rasgos lumínicos con clara referencia al astro solar. ¿En qué
momento y en qué condiciones se produce esta evolución? Gershevitch tiene una
posición mucho más radical respecto a esta cuestión, planteando la hipótesis de
que se tratase de dos divinidades diferentes; por un lado estaría Mithra,
divinidad no solar de los contratos y, por otro, un Mithra solar de origen
nómada y relacionado con los escitas.10 Sin embargo,
Gnoli11 rebate
esta opinión señalando que en el Mithra iranio podrían ser rastreados algunos
rasgos lumínicos que luego serán potenciados en el Mithra avéstico. En
cualquier caso, se acepta como fundamental la identificación que se produce
entre Mithra y el dios solar Shamash,
en el proceso expansivo medo-persa hacia Mesopotamia. El dios
iranio se apropia de una gran cantidad de aspectos solares vinculados a este
dios mesopotámico. A través de ellos, se articula la imagen de Mithra como un
dios solar,12
capaz de brillar con luz propia y cuya representación iconográfica adopta
rasgos que dan a entender este elemento particular (debemos establecer el
paralelo histórico arriba señalado que hace referencia al protagonismo de
Mithra en el panteón oficial aqueménida). Hemos de situar también en este
contexto las referencias lumínicas que están presentes en el himno avéstico de
Mithra; en el Mihr
Yasht son varios los pasajes donde se hace referencia a Mithra como
un ser deslumbrante (Yt. 10, 142), y que lleva la claridad allí donde reina la
oscuridad, es decir: la mentira. Mithra monta en un carro con ruedas doradas y
su cara destella como si fuera una estrella. (Yt. 10, 136; 143). También hay
otros textos del Avesta que tienen en cuenta este carácter lumínico: en la
Letanía dedicada al Sol
(Kwarshad Niyayeshes, 6) nos encontramos con una referencia al dios
bajo una imagen radiante y montado sobre caballos.
En conjunto, la
imagen de un dios Mithra vinculada al astro solar se mantiene a lo largo de la
historia irania, tanto persa como luego parta. El dios Mithra que ha pasado por
el tamiz helenizante sale reforzado en este papel solar al ser equiparado en
inscripciones y representaciones al dios griego Apolo y a Helios. De igual manera,
en el contexto religioso del Imperio Parto, el epíteto de Mithra se transforma
hacia la forma Mihr
que hace referencia directamente al astro solar.13 En el propio
Maniqueísmo, la imagen de Mithra que vamos a encontrar está muy relacionada con
una función solar.14
Por tanto, la evolución que experimenta el culto y la personalidad del dios, al
menos en el marco geográfico oriental, tienden progresivamente a acentuar su
carácter solar,15
sin abandonar sus otras atribuciones. Si observamos el modo en que se
representa al dios en los monumentos escultóricos de Comagene y de Taq-i Rostán
nos encontramos con un Mithra cuyo rasgo distintivo principal va a ser el haz
de rayos en su cabeza, elemento ineludible de su carácter solar.
Los testimonios que
tenemos para el culto de Mithra en Occidente nos obligan a establecer de
entrada algunas matizaciones o aclaraciones. La relación que se establece entre
Mithra y el Sol en el contexto mistérico es, a menudo, ambigua o
contradictoria. Es decir, Mithra es, en ocasiones, asimilado abiertamente con
el sol; pero, también aparece como compañero de éste para otras circunstancias.
Trataremos de explicarnos: por una parte, tenemos una abundante fuente de
información compuesta por los testimonios epigráficos donde encontramos
variaciones en torno a la dedicación Sol
Invictus Mithras; mientras que en las representaciones
iconográficas aparecidas en los mitreos se identifica a Mithra y al Sol como
figuras independientes, cada una con su particular protagonismo. El Sol como
personificación divina interviene como socio de Mithra en varios pasajes de su
relato mitológico,16
y en tal sentido era considerado por los propios mitraistas.17 Dadas las
limitaciones de que disponemos para conocer mejor la intrahistoria de la
doctrina mitraica, resulta difícil lograr una explicación exacta a la cuestión
de cómo salvaban los seguidores de Mithra esta situación contradictoria;
especialmente, si a esto añadimos la existencia dentro de la estructura iniciática
mitraica del grado del Heliodromus,
cuyo astro patrón era el Sol. Mithra es el sol, pero al mismo tiempo no lo es.
Mantenía en gran medida muchas de las atribuciones solares de las que se había
ido apropiando tanto en el marco geográfico iranio, como posteriormente en su
convivencia con los elementos helénicos que habían hecho su aparición desde el
siglo IV a.C. La imagen de Mithra naciendo de una roca (petrógeno)
tiene su origen en la mitología armenia, que a su vez guarda cercanos
paralelismos con el nacimiento de una montaña del dios Shamash.
Los ejemplos
epigráficos (Sol
invictus, Sol invictus deus, Sol Invictus Mithras, Deus Sol invictus Mithras,
Sol Mithras...) nos ofrecen el modo en que los iniciados en los
misterios se dirigían al dios. Es significativo en ellos la adopción de la
nomenclatura Sol
Invictus, ya que este rasgo particulariza el carácter solar del
Mithra mistérico respecto del Mithra iranio. Las conexiones entre este carácter
invictus
como representación de un aspecto vinculado a la teología solar greco-romana18 y la imagen del
Mithra iranio dador de victorias son un tanto lejanas. Mithra asume la
definición de Sol
Invictus vinculado en parte con los aspectos solares relacionados
con la identificación con Apolo-Helios que recibe en el contexto anatólico
durante la aparición de la práctica mistérica. La adopción por parte del
mitraísmo mistérico de esta teología solar situará al culto de Mithra dentro de
la corriente henoteísta solar que durante el siglo III d.C. tendrá una pujanza
fuerte dentro del Imperio Romano,19 encabezado por
el interés de algunos emperadores de fortalecer el aparato ideológico-religioso
sobre el que sustentar su poder.
Si bien reconocemos
que las implicaciones solares del Mithra mistérico presentan ciertas
diferencias respecto a las que habíamos planteado para el contexto iranio, sí
debemos tener en cuenta algunos elementos. Mithra mantiene como rasgo
distintivo primordial su consideración de divinidad solar tanto en Oriente como
Occidente; a pesar de que la explicación teológica de esta relación deba ser
"traducida" al lenguaje religioso y simbólico en el cual se mueven
tanto la civilización persa-parta como la greco-latina. Sin embargo, algunos de
los elementos que pudieron continuar de un substrato cultural a otro, pasaron
sin necesidad de grandes transformaciones; por ejemplo, el relato mítico del
nacimiento o la especial vinculación de Mithra con el fuego (que en el Irán
antiguo estaba estrechamente asociado al culto solar.) Un caso particular lo
encontramos también en algunas representaciones aparecidas en contexto romano y
que pueden estar en relación con Mithra. Nos referimos a algunas gemas de
carácter mitraico y a la única representación monetaria de Mithra dentro del
Imperio (se trata de una moneda acuñada en la ciudad anatólica de Tarso, en
cuyo anverso aparece el emperador Gordiano III.)20 En ambos casos,
el dios es representado bajo la apariencia de divinidad solar, con corona de
rayos en la cabeza o montado sobre una cuadriga. Esta iconografía guarda
estrechas conexiones con la que aparece en el contexto del Imperio parto, donde,
como habíamos dicho, la representación del dios en función de sus rasgos
solares parece ocupar un rasgo destacado. De igual manera, se relaciona con
muchos de los ejemplos monetarios que disponemos para la región de Bactria,
donde predomina la imagen de Mithra representado en el carro solar;21 de esta forma,
podríamos pensar que la imagen por la cual se identifica de un extremo a otro
la cualidad solar de Mithra tiende a recurrir a los mismos elementos. Sin
embargo, debemos tener cuidado con la conclusión que puede inferirse de este
hecho; especialmente, porque debemos tener en cuenta, que dichos elementos
parecen corresponder a un fondo simbólico común al que recurren las
civilizaciones para dar forma a su sentimiento de adoración solar.22
Mithra y el estamento guerrero.
La imagen de Mithra
vinculado a la actividad bélica y quienes ostentaban el ejercicio de ésta
encuentra sus orígenes en los tiempos anteriores a la reforma zoroastriana.
Dejando a un lado las explicaciones funcionalista de Dumézil, que vinculan al
dios con lo que él denomina la segunda
función,23
Mithra guarda relación con el estamento militar, tanto en su categoría de dios
principal que vela por la victoria de sus fieles en las batallas,24 como también
por su disposición a combatir a aquéllos que se convertían en Mitradruh, es
decir, quienes violaban la palabra dada. De igual manera, los guerreros
iranios, tanto persas como, después, partos, tuvieron una vinculación especial
con Mithra, tomándolo como dios patrón de su actividad. En tal sentido, debemos
dirigir nuestra atención hacia una institución que fue común en la tradición
irania desde la Edad del Bronce. La existencia de sociedades de hombres o
bandas de guerreros25
en el Imperio aqueménida y luego en el parto fue constatada por G. Widengren,26 quien la
relacionaba por una parte con los grupos de edades que existían entre la
aristocracia irania27
y, por otra, con el protagonismo que tenía entre estos grupos la preparación
hacia la actividad militar y la necesidad de la solidaridad de grupo. En
cualquier caso, las Männerbünde
eran asociaciones de ciudadanos donde se creaban lazos de interrelación
estrechos en torno a un grupo humano determinado y donde el carácter militar
ocupaba un lugar destacado. Algunas de las características que definían estas
sociedades resultan muy interesantes en relación con el objetivo de nuestra
investigación. En primer lugar, se trataba de asociaciones exclusivamente de
hombres, donde existía una subdivisión interna, especialmente, en función de la
edad, que, a su vez, se concretaba en una organización jerárquica; cada miembro
se incorporaba después de pasar una iniciación, por la cual se comprometía con
una comunidad de guerreros vivos y fallecidos. Dentro de estas sociedades,
parece que el culto de la muerte tuvo un especial protagonismo, lo cual no debe
extrañarnos si tenemos en cuenta que la vida del guerrero estaba marcada por su
constante enfrentamiento con ésta en cada batalla. Este culto se ha constatado
que estaba relacionado con prácticas extáticas e iniciáticas; al mismo tiempo,
que se establecía un código moral estricto, cuyo incumplimiento podía llevar a
severos castigos y a ceremonias de expiación.
La vinculación de
algunas de estas Männerbünde
con el culto del dios Mithra en el antiguo Irán es un aspecto que
parece quedar reflejado en el Avesta. Hay constancia de la existencia de grupos
de guerreros que pudieron establecer un tipo particular de culto ctónico donde
Mithra ocuparía un protagonismo especial.28 Estos grupos
serían aquellos a los que hace referencia Zoroastro al criticar la práctica del
sacrificio del toro y el consumo del haoma (Yasna 35). Encontramos en este dato
un ejemplo de lo que podría ser un elemento central del ritual de las Männerbünde: un
sacrificio ritual de hermanamiento, junto con el consumo de una sustancia
alucinógena (el haoma)
que permita a los participantes trascender las limitaciones terrenales y
encarar con valentía la peligrosidad del combate. No en vano, el haoma era
considerado como la bebida
que espantaba a la muerte.29 Resulta
interesante también tener presente la información vertida por algunos autores
clásicos30 que
hablan de la identificación que algunos de estos grupos hacían con ciertos
animales. La práctica de estas Männerbünde
se extendió por todos aquellos lugares donde existió presencia
irania. De hecho, se han encontrado sociedades guerreras de este tipo tanto en
el sur de las estepas rusas como en Armenia y Asia Menor.31 En los Reinos
Helenísticos también se constata la existencia de grupos con estas
características, aunque parece que tuvieron que adaptarse al componente social
heleno. La adopción de terminología griega y ciertos principios organizadores
permitieron la propagación de estos grupos entre las poblaciones anatólicas,
cuyo ejemplo más destacado pudo ser el que constituyeron los piratas cilicios a
los que alude Plutarco (Vidas Paralelas, Pompeyo 24,7).
El culto mistérico a
través del cual penetra en el mundo occidental antiguo la figura de Mithra va a
encontrar una especial aceptación entre los medios militares. Somos
partidarios, sin embargo, de matizar el excesivo protagonismo que
tradicionalmente se le ha conferido a las legiones romanas como impulsoras del
Mitraísmo y, también, de la visión del culto mitraico como una práctica
cuasi-militar. No obstante, sí debemos tener en cuenta una serie de
circunstancias evidentes, entre las cuales se encuentra la especial aceptación
que recibió Mithra en los contextos militares romanos y el conjunto de normas
internas del Mitraísmo estrechamente relacionadas con el contexto bélico. El
Mithra de los misterios no dejó de ser un dios guerrero, que junto con la
hazaña cruenta del sacrificio del toro, también hacía una invitación a sus
fieles para que lucharan en el combate escatológico entre el Bien y el Mal.
En este punto se
plantea la posibilidad de que estas sociedades masculinas iranias hayan dejado
algún tipo de huella en la constitución del culto mistérico mitraico. Si bien
es difícil establecer una relación directa entre unos grupos y otros, no
obstante, podemos reconocer la coincidencia en una serie de elementos que no
hacen descabellada dicha posibilidad.32 Tanto en
Oriente como en Occidente, nos encontramos con agrupaciones exclusivamente
reservadas a hombres, donde la iniciación y la creación de vínculos de
identificación comunitarios ocupan un papel central. En tal sentido, todo el
conjunto de símbolos y elementos de carácter guerrero que encontramos en los
misterios mitraicos han sido interpretados como una herencia de las prácticas
que definían las Männerbünde
iranias. Por una parte, hay que destacar las características que
rodean a la iniciación mitraica, especialmente en torno al grado del miles.33 A través del
juramento por el cual se establecía la total disposición de la persona iniciada
hacia la divinidad de Mithra, el miles
pasaba a formar parte de la sancta
militia,34
después de haber soportado pruebas físicas que dieran fe de su idoneidad.35 Este elemento
constituye un aspecto central para poder reconocer los paralelos existentes con
las sociedades guerreras que había en Persia y Partia.36 De igual manera,
también podemos interpretar el recurso de las máscaras de animales y el nombre
de los grados corax
y leo
como una reminiscencia de la identificación que hacían los miembros de estas
bandas guerreras con ciertos animales para apropiarse de su fuerza o atribuciones.
Otro aspecto sobre el
que debemos detener nuestra atención es el que hace referencia a la
exclusividad masculina que se presenta como una especificidad de los misterios
mitraicos. Los cultos mistéricos que se introducen en Roma desde fines del
siglo III a.C. habían mantenido, en cierto sentido, los esquemas ya presentes
en el mundo helénico; caracterizados, principalmente, por la abierta
participación de ambos sexos en las ceremonias y en la iniciación. Los
Misterios de Eleusis, que se convierten en el principal referente tanto
litúrgico como teológico para las demás religiones mistéricas de origen
oriental,37
están marcados por un fuerte protagonismo y participación de ambos sexos. De
igual manera, los cultos de Cibeles-Atis, Baco, Isis, no pondrán especiales
dificultades para la iniciación de hombres y mujeres en sus prácticas. Sin
embargo, el culto del dios Mithra venía definido por un condicionante riguroso
que, de entrada, imposibilitaba la participación de toda la población femenina
en sus prácticas.38
El origen de dicha prohibición podría encontrarse (y, por tanto, hallar una
explicación válida a su sentido) en la conexión que hemos planteado entre el
culto mistérico mitraico y estas sociedades guerreras iranias limitadas
exclusivamente a hombres. La mujer en el mundo iranio, especialmente dentro del
marco ideológico que confería la religión mazdeísta, encontraba bastante acotadas
las posibilidades de desempeñar algún papel activo en la vida diaria. Aunque la
religión predicada por Zoroastro quiso presentar unos rasgos de cierta igualdad
entre hombres y mujeres (especialmente en lo referente a definir la dignidad y
respeto hacia el sexo femenino);39
no obstante, hay que tener en cuenta la absolutización que se hace de la
función reproductora40
y, por tanto, el rol de la mujer quedaba vinculado a esta actividad. A los
quince años, las mujeres iranias entraban en la edad casadera después de haber
pasado el ritual religioso del navjote.
El Avesta habla de la total disponibilidad que debe tener la mujer hacia el
matrimonio y la gran falta que se cometía al no casarse o tener hijos,
(Vendidad 4.44; 3.24; Din Yasht, 5) haciendo referencia también a la actitud de
obediencia que debían tener con respecto a su marido (Yasna 53.) Aquí vemos
reflejada de forma resumida una imagen de la mujer en el mundo iranio, relegada
de todo protagonismo social, ajena a las actividades que marcaban el poder que
iban a alcanzar tanto Persia como Partia en el contexto histórico antiguo. Sin
embargo, el campo que a nosotros nos interesa considerar es el religioso. En el
Avesta, Zarathustra advierte de la necesidad de que las mujeres reciban una
formación suficiente, (Yasna
53.3); hecho importante si tenemos en cuenta que, en calidad de madres, debían
de transmitir las primeras nociones religiosas a sus hijos. En tal sentido, es
bastante probable que las mujeres pudieran acceder a las prácticas religiosas
sin especiales restricciones, dándose el caso de mujeres que llegaron a
convertirse en modelos de piedad entre los mazdeístas.41
El conocimiento que
tenemos de la relación de Mithra con las mujeres iranias debemos limitarlo a
dos elementos. En un lado, la información que podamos deducir de la existencia
de nombres teofóricos femeninos con referencia al dios. Dichos nombres, hacen
mención al protagonismo que pudo tener la figura de dicho dios entre la
población irania, aunque debemos reconocer que en su mayoría se relacionan con
un contexto parto. Sin embargo, la adopción de nombres relacionados con Mithra
nos habla de un culto de carácter general hacia el dios, diferenciado,
probablemente de la vinculación especial que Mithra podía tener con algunas
sociedades guerreras. Esta opinión se reafirma con otro dato del que
disponemos: se trata de la mención a Mithra aparecida en un contrato
matrimonial de la región sogdiana del Monte Mugh.42 Si bien, no es
extraño encontrar al dios como testigo de un pacto o contrato, sin embargo, es
interesante ver la cercanía que podía llegar a disfrutar entre las gentes de la
región, al ser asociado a la institución del matrimonio; no obstante, es más
abundante la información que tenemos de la relación que se establece entre
Mithra y el género masculino. El Mihr
Yasht está repleto de referencias que aluden a los hombres como
aquellos que deben dirigir las plegarias al dios, quienes tienen la obligación
de combatir y participar con su vida en el combate eterno que está en marcha
entre Ahura-Mazda y Angra Mainyu43
y los nombres teofóricos masculinos son mucho más frecuentes desde épocas
tempranas del reino aqueménida.44
Toda esta digresión
documental pretende establecer que en el antiguo Irán debió de existir algún
tipo particular de culto del dios Mithra exclusivamente reservado a hombres,
constituido en torno a las prácticas de las sociedades guerreras45 antes
comentadas y que dejan una huella importante en el hecho de que los misterios
mitraicos se caractericen por la exclusión total de las mujeres en las
ceremonias y celebraciones en honor de Mithra.
Mithra y el Sacrificio del Toro.
Queremos dirigir
nuestra atención hacia cuál pudo ser el origen del relato mítico que se
encuentra detrás de la escena de la tauroctonía. En este sentido, debemos
partir de las teorías expuestas por F. Cumont a principios del siglo XX, cuando
establecía una estrecha conexión entre esta escena y la teología zoroastriana.
Este autor reconocía una relación directa entre el mito de la corrupción de la
Creación y el inicio de la Batalla cosmológica, tras la muerte del Toro
Primordial a manos del ente maligno Angra Mainyu. Cumont quiso identificar en
dicho relato, a través de las características generales de éste y los elementos
que participaban en él, un antecedente directo de la representación tauróctona.46 Incluso,
autores posteriores han interpretado, que dicho episodio, debe tener un origen
anterior, en el cual habría sido verdaderamente Mithra, más tarde sustituido
por Angra Mainyu en la tradición zoroastriana, quien habría protagonizado el
primer sacrificio del Toro.47
Sin embargo, resulta delicado aceptar abiertamente la propuesta de F. Cumont,
especialmente si reconocemos que algunos de los argumentos en los que sustenta
dicha relación directa entre un elemento y otro, incurren en contradicción o en
falta de solidez.48
De igual manera, también nos parece un tanto débil la propuesta que hace
Zaehner cuando establece una conexión entre el relato mítico en el cual la
Primera Pareja sacrifica a un bóvido y luego lo consume.49 Nos parece poco
sólida la comparación establecida por este autor en relación con la práctica
mitraica; especialmente, porque sólo se apoya en la coincidencia de los
animales (pájaro y perro.) Pero, de estos dos, tan sólo el perro es quien
repite, puesto que en un caso tenemos un buitre y en el otro un cuervo.50
Si algún pasaje de la
mitología irania puede hacer referencia a la práctica que, se piensa, reflejaba
la tauroctonía mitraica, éste debe ser el que aparece en el final del Libro de
la Creación, Bundahishn,
cuando se relata el fin del Combate que continuamente se produce entre Ahura
Mazda y Angra Mainyu, a través de la intervención del Elegido: Saôshyans. La
estrofa donde se narra la regeneración total del género humano (Frashkart, 17)
explica cómo se producirá la derrota definitiva del Espíritu Maligno: será por
medio de un último sacrifico animal llevado a cabo por Saôshyans. Éste
sacrificará al Toro Hadhayans,
inmolándolo ritualmente, para con su grasa preparar el haoma blanco,
que será el verdadero elixir de la vida eterna para los fieles. En esta escena
encontramos reflejados los elementos, tanto visuales como teológicos, que están
presentes en la tauroctonía mitraica y, muy posiblemente, en la práctica
sacrificial que hemos relacionado con esas sociedades de guerreros iranias. El
sacrificio del toro entre los iranios no es una práctica extraña.51 A pesar de que
fue un elemento perseguido en principio por la reforma zoroastriana,
posteriormente volvió a integrarse en la religión mazdeísta, ocupando un papel
ceremonial importante.52
Pero lo que queremos destacar de este episodio no es tan sólo el hecho
sacrificial del toro, que de por sí tiene claras connotaciones con un rito de
fertilidad, sino la vinculación que se hace entre el sacrificio del toro y la
preparación del haoma.
Un elemento a tener
en cuenta, que puede reforzar las posibles conexiones entre este episodio y la
Tauroctonía, es la comprobación de la existencia de ciertos paralelismos entre
la figura de Mithra y la de Saôshyans,
a través de algunos textos avésticos. Ambos tienen como actividad principal la
destrucción de los demonios malignos; también son considerados como los jueces
que juzgarán a los hombres; sus cuerpos tienen características brillantes y son
denominados con el apelativo de victoriosos.53 No quiere decir
esto que hayan sido identificados, pero sí hace plausible hablar de una transferencia
de funciones realizada por estas comunidades que tendrían un culto específico
en torno a Mithra y le atribuyeran funciones de otras figuras.54 Sin embargo,
debemos ser precavidos a la hora de afirmar la existencia de una línea directa
entre un elemento y otro. Especialmente porque caeríamos en el error que se ha
achacado a todos aquellos investigadores que desde F. Cumont55 han tratado de
rastrear el trasfondo iranio de los misterios mitraicos. Aquí hemos sugerido la
conexión que puede existir entre este relato y lo que vemos reflejado en la
escena tauróctona; aunque sin ignorar los demás elementos que intervienen en
dicho icono; los cuales no aparecen abiertamente en el pasaje mitológico
señalado. Asimismo, no podemos olvidar que lo que encontramos articulado en la
práctica mistérica mitraica es resultado de una evolución-transformación,
producida por el contacto con regiones y culturas diferentes. Por tanto,
existen incorporaciones, fruto de tradiciones religiosas particulares. Lo cual
significa que, muy posiblemente, el significado que para los iniciados en los
misterios pudo tener la tauroctonía, no se encontraba fundamentado en una sola
tradición religiosa, sino que pudo estar compuesto por varios elementos.56 De igual
manera, entre los elementos iranios que pudieron intervenir en la conformación
de dicha escena, debemos destacar la influencia de la celebración del Festival
del Mithrakân.
En dicha fiesta, ocupaba un papel importante la práctica del sacrificio de
animales, donde presumiblemente destacaría el toro. El Mithrakân
estaba unido indefectiblemente a una celebración, donde se ofrecían primicias
al rey (quien posiblemente actuaba como representante terrenal de Mithra) y
donde luego se consumían alimentos como pan, vino, leche, etc.
En torno a la
cuestión de cuál es el origen del motivo representado en el icono tauróctono,
resulta, pues, difícil pretender afirmar abiertamente que éste se encuentra
sólo en una tradición cultural. Sin embargo, no podemos negar la evidencia que
constituyen los ejemplos señalados; los cuales establecen una práctica bastante
cercana a lo que suponemos se realizaba en el interior de los mitreos. En
cualquier caso, debemos matizar que dicha práctica irania pasó a los misterios
de un modo mitificado e integrado dentro del conjunto de elementos simbólicos
que constituían la teología mitraica. A pesar de que en algunos mitreos se ha
constatado la presencia de huesos de animales, muy pocos son los que pertenecen
a animales grandes, en especial a toros. Podría esto ser interpretado como que
el sacrificio del toro significaba para los iniciados no el acto material de la
muerte de un animal, (de ahí que no se sintiesen en la obligación ritual de
reproducir en su liturgia el episodio sangriento protagonizado por Mithra),
sino el valor escatológico que se había desprendido del acto regenerador que representa
la Tauroctonía.
Mithra y los términos iranios.
Tratar de indagar el
origen de ideas o mitos se convierte en una tarea delicada, por cuanto resulta
difícil conocer las posibles contaminaciones que han podido intervenir durante
el proceso de llegada. Sin embargo, en las páginas anteriores, hemos tratado de
seguir el rastro y establecer las conexiones que, a nuestro entender, parecen
firmes respecto a la procedencia de algunos elementos que encontramos en el
culto mitraico mistérico. Queremos ahora detenernos en una serie de testimonios
occidentales cuya vinculación con la civilización persa es incuestionable. Nos
referimos a un conjunto de palabras y elementos iconográficos que aparecen en
contextos mitraicos, que por sí mismos denotan su procedencia oriental. Algunas
de estas palabras quedaron integradas dentro de la práctica mistérica,
manteniendo una procedencia lejana e, incluso, para los propios iniciados,
podían haber perdido su significado original. Pero es importante entender que
dichas expresiones, en cuanto que palabras iranias, no tenían valor fuera del
contexto mistérico en el cual eran empleadas. Por la misma razón, el empleo de
dicha terminología confería un carácter particular a la religión mitraica, con
respecto a los demás cultos mistéricos.
En algunas
inscripciones y grafitos aparecidos en las paredes de ciertos mitreos nos
encontramos con la palabra Nama.57 Los intentos
por ofrecer una traducción de esta expresión han pasado por diferentes
interpretaciones. Se tiene claro que pertenece a algún tipo de aclamación que
suele acompañar el nombre de ciertos personajes, en especial al dios Mithra.58
Tradicionalmente se ha aceptado la interpretación de "honor" o
"gloria", en cuanto que ésta es la significación que tenía la palabra
avéstica antigua namah,
medo-persa namāc
e indo-iránica namas.59 Sin embargo,
también se ha propuesto la posibilidad de que dentro de un contexto romano, la
palabra haya adquirido una significación propia, siendo identificada con la
expresión latina vivas.60 Panciera
presentó esta interpretación en el contexto del Seminario Internacional La specificità
storico-religiosa dei Misteri di Mithra, con particolare riferimento alle fonti
documentarie di Roma e Ostia, celebrado en Roma en 1978; dicha
propuesta no fue aceptada por la mayoría de los especialistas allí reunidos,
porque no existía una correspondencia entre la traducción vivas y la
expresión irania. Sin embargo, no se descartó la posibilidad de que para algún
individuo en concreto, el modo para poder entender lo que esta expresión
significaba para él, pudiera encontrar un paralelo en la palabra latina
sugerida.
Otra expresión
iránica atrae nuestra atención. Se trata del epíteto Nabarzes que
aparece también en algunas inscripciones y dedicaciones.61 Cumont
interpretó su significado en relación con las palabras latinas y griegas que
hacen referencia a la fuerza y al carácter invencible de Mithra (invictus, insuperabilis,
άνίκητος).62
En este sentido, Widengren trató de interpretar la derivación na-barza como in-super,
aunque luego ha desistido de esta posibilidad.63 Sin embargo,
Schwartz64 ha
relanzado la versión de Cumont, oponiéndose a las críticas de Gershevitch,
tomando la expresión del iranio antiguo nā
břzah (alto o gran hombre), ya que esta fórmula es utilizada en la
tradición indo-irania para referirse a divinidades guerreras.
Debemos tener en
cuenta también el origen iranio que tenían los nombres pertenecientes a los dos
gemelos dadóforos (Cautes y Cautopates) que acompañan a Mithra en la decoración
de los mitreos. Son varios los investigadores que han indagado sobre el
significado de la raíz *kauta-,
aportando diferentes hipótesis. L.H. Gray establecía que dicha palabra del
iranio antiguo venía a significar "aquél que quema algo".65 Para H.H.
Schaeder, dicha raíz debía ser traducida por "fortuna"; de donde se
habría tomado Cautes
a partir de la expresión del iranio medio *kauta-dā
(garante de la fortuna); y, por lo mismo, Cautopates
vendría de la palabra *kautopatē
(Señor de Fortuna). R.C. Zaehner parte de las raíces *kavauta- o *kavuta- como
vehículos para reconstruir la procedencia de Cautes;
entiende que hacen referencia a una vinculación especial con el protectorado
ejercido por la realeza persa. L.A. Campbell propone una interpretación para pates,
relacionándola con la expresión avéstica paiti
e irania antigua pat.
En tal sentido, Cautopates
debería ser entendido como Cautes-Señor.66 Por último,
volvemos a remitirnos a la interpretación ofrecida por M. Schwartz, quien
entiende que el sufijo Caut
< *kauta significa "joven", lo cual se relaciona con
la imagen gallarda, guerrera y atractiva que se ofrece de Mithra tanto en el
contexto iranio como en el romano.67 En cualquier
caso, independientemente de la imagen que luego adopten dichos personajes
(donde sí se ha planteado la posibilidad de influencias grecolatinas), todos
los autores coinciden en la necesidad de rastrear entre las expresiones y
palabras iranias el posible significado de estos dos nombres. Volvemos a estar
ante el caso de elementos de claro origen iranio, que se han integrado
plenamente en el culto mistérico.
Dentro de la
composición jerárquica en que se encuentra articulada la vida mistérica
mitraica nos encontramos con otro elemento sobre el que debemos detener nuestra
atención. El quinto lugar de la escala iniciática corresponde a un grado
denominado "el persa". Tanto por los objetos simbólicos con los que
se le vincula (véase el mosaico del mitreo de Felicissimus, en Ostia) como por
las representaciones que podemos tener de este grado, podemos pensar posibles
conexiones con el carácter persa del culto mitraico. En el relieve de Konjika,
es representado con las mismas vestiduras con las que es vestido Mithra en su
imaginería tradicional. De tal manera, se ha interpretado el sentido de este grado
como un recuerdo (en el caso de que hubiera sido introducido después) o una
pervivencia de las prácticas remotas iranias donde se origina este modo de
adoración a Mithra.
Para finalizar con el
apartado de las palabras iranias que están presentes en los misterios
mitraicos, debemos fijarnos en el epíteto que se asocia a la figura
leontocéfala que aparece en muchos mitreos. En las inscripciones aparece la
expresión Deus
Arimanius.68
Se ha suscitado un arduo debate no sólo a cerca del significado de dicha
figura, sino también sobre si mantiene algún tipo de relación con el elemento
iranio. Arimanius
es abiertamente una forma derivada de la palabra con la que era denominado al
Ser Maligno por excelencia en el mazdeísmo; la forma avéstica antigua para esta
divinidad fue Angra
Mainyu, aunque progresivamente derivó hacia Ahrimán (de
igual forma que otras muchas palabras persas evolucionaron bajo la cultura
parta: por ejemplo, Mithra-Mihr)
y fue latinizada de la manera que aquí nos la encontramos. Establecida esta
identificación, al menos en lo referente a la palabra, surge la polémica en
torno a si Arimanius
guarda alguna relación con la funcionalidad que representaba en el contexto
iranio. No es este el momento para reproducir todos los argumentos expuestos en
torno a esta figura, aunque sí podemos señalar que con mucha seguridad, en el
contexto mitraico, perdió su carácter negativo; incluso, se llega a plantear
que pudo ser únicamente un espíritu protector, vinculado a facetas de
fertilidad y tránsito de las almas.69
El resultado de
nuestra investigación se articula en torno a una serie de puntos que engloban
nuestra hipótesis de partida y que se enfrentan a las teorías expuestas por
aquellos autores que se han presentado contrarios a aceptar la línea de
continuidad entre el Mithra iranio y el Mithra de los misterios. En estas
últimas páginas, queremos dar respuesta a dos preguntas que, a nuestro
entender, están en el fondo de nuestro planteamiento y cuya aclaración ayudará
a comprender más diafanamente la conclusión a la que hemos llegado con este
trabajo. En primer lugar, tendríamos que enfrentarnos a cuál era la idea que
tenían los propios contemporáneos de la práctica mistérica mitraica con
respecto al origen del dios al cual veneraban y el culto en el que eran
iniciados. Es importante indagar en este aspecto, ya que es la propia evidencia
que extraemos de las fuentes antiguas la que nos plantea la cuestión que hemos
tratado de desarrollar. El otro aspecto que queremos resolver es el que
concierne más estrictamente a la figura del dios Mithra: ¿en qué medida las
características que definen a este dios en el contexto iranio prefiguran la
posibilidad de que su culto evolucione hasta dar lugar a una religión
mistérica? Es decir, buscar si existían elementos en el Mithra iranio que
pudieran incidir de manera especial para que fuese éste dios, y no otro, el que
lograse dar el salto e instalarse en el interior de las fronteras de su
acérrimo enemigo: Roma.
Existen suficientes
indicios para afirmar que en ningún momento Roma fue ajena al origen oriental
al que estaba vinculado el dios Mithra. Tal evidencia venía avalada no sólo por
la información que sobre este dios ya habían aportado los historiadores griegos
que habían descrito las costumbres de los persas (Heródoto, Jenofonte y los
novelistas de Alejandro Magno), sino también por las menciones de teóricos
mitraicos (disponemos de las obras de Plutarco y Porfirio, principalmente)
sobre el origen persa de Mithra y su vinculación con la religión zoroastriana.
De igual manera, entre los apologistas cristianos, se recurrió frecuentemente
al argumento de que el culto de Mithra constituía una adoración al dios de los
enemigos partos; lo cual se presentaba como un acto de traición y de
confirmación de la depravación de los no cristianos, (Fírmico Materno, De errore profanorum
religionorum V, 1-2). Estos testimonios nos sitúan ante una
perspectiva en la cual no debemos limitarnos exclusivamente al hecho de la
procedencia, puesto que resulta evidente que el Mitraísmo estuvo englobado
dentro de la corriente de las Religiones Mistéricas de Origen Oriental. La
cuestión de fondo se encuentra en la circunstancia de que aún en el siglo IV
d.C., cuando el Cristianismo está empezando a instalarse abiertamente en los
ámbitos de poder imperial, una gran cantidad de elementos que definían el culto
mitraico todavía hacían estrecha referencia a un contexto iranio; y, en nuestra
opinión, nunca dejaron de hacerlo.
El culto mitraico que
se desarrolló dentro de las fronteras romanas no fue ajeno a las interferencias
del Estado para ser encauzado en su mensaje y oferta religiosa; de modo que
nunca supuso una amenaza contra el orden establecido, llegando a participar del
procedimiento regulado de pedir por la Salus
del Emperador. Sin embargo, el Mitraísmo nunca gozó de la aceptación pública
que conocemos que existió para las otras religiones mistéricas desarrolladas en
el Imperio Romano. Si bien una de las razones se encuentra en el carácter ad intra que
caracterizó a este culto, pensamos que debieron de intervenir otras
circunstancias para que la vinculación de los emperadores con este dios siempre
estuviese marcada por la privacidad y cierto secretismo, de manera que las
expresiones públicas oficiales de reconocimiento y mención a Mithra son por lo
general escasas. Una posible explicación de tal circunstancia estaría
relacionada con el hecho de que las conexiones de Mithra con el medio iranio
todavía constituyeran un elemento tan perceptible para los propios romanos, que
resultara una situación cuanto menos delicada el aceptar abiertamente dentro de
su panteón al dios que participaba en las ceremonias de coronación de los reyes
partos, y que en el relieve de Taq-i Rostán aparecía junto al emperador que
reposa un pie sobre el cadáver de un soldado romano.70
Junto con los
testimonios que nos ofrecen los personajes que vivieron aquellos momentos,
nosotros hemos tratado de establecer con esta investigación otra serie de
elementos que, consideramos, permiten dar una mayor solidez a la continuidad
que debió de existir entre el Mithra iranio y el Mithra del Mitraísmo.
Probablemente, estos mismos contemporáneos (fueran personajes conocidos o
individuos anónimos) a los que acabamos de aludir y de quienes especulamos que
pudieron ser conscientes de las vinculaciones que existían entre un contexto y
otro, también supieron señalar en qué puntos se apoyaba esta conexión y en
cuáles no. Por esta razón, los elementos de continuidad que hemos desarrollado
han sido aquellos que, a nuestro entender y en virtud de la información
disponible, ayudaban a comprender las razones por las cuales existían determinadas
especificidades dentro del culto mistérico mitraico. El nombre de Mithra
constituye, en sí mismo, el principal aspecto que nos muestra el origen
oriental de este culto. Pero, frente a aquellos que afirman que el Mitraísmo
fue una elaboración romana que tomó como referente a este dios, para articular
en torno a él un culto occidental, hemos ofrecido con los datos aportados en
estas páginas otros ámbitos desde donde poder rastrear los lazos que existían
entre una tradición religiosa y otra. Junto con el nombre, encontramos en la
liturgia y práctica mistérica un conjunto de palabras, expresiones y
divinidades de origen iranio, que nos indican que algunos aspectos del culto
iranio de Mithra debieron de integrarse por sí mismos en el momento en que comenzó
a gestarse el nuevo modo de adoración al dios en la región minorasiática. De
igual manera, el culto mitraico occidental también fue deudor de una serie de
recursos iconográficos y símbolos de procedencia oriental, ya que recurrió a
representaciones que estaban asentadas en la tradición irania, y cuyo principal
exponente fue la imagen del dios Mithra establecida, fijada y mantenida dentro
del contexto iranio.
También consideramos
que la exclusividad masculina que caracteriza al Mitraísmo frente a las demás
religiones mistéricas de origen oriental instaladas en Roma, viene determinada
por el modelo de organización definido por las sociedades guerreras que
existían en el mundo iranio y que tenían en la figura de Mithra un dios-patrón
al cual realizaban una serie de sacrificios y cultos determinados. El modo en
que se desarrollaba este culto particular al dios, desde estos grupos de
guerreros, determina en gran medida lo que constituye un elemento fundamental
de la teología y liturgia mitraica, a saber: el sacrificio del toro o
Tauroctonía. El origen de dicho tema encuentra sus raíces tanto en la mitología
irania, como también en la práctica litúrgica que, como hemos señalado, está
presente entre los pueblos iranios desde antes de la reforma zoroastriana. Por
último, el dios Mithra se introduce dentro del ámbito religioso occidental de
la mano de una modalidad cultual diferente a la que le había caracterizado
dentro del mundo medo-persa, pero, sin embargo, mantiene un buen número de las
atribuciones que se le habían ido asignando a lo largo del proceso sincrético y
amalgamador por el cual había pasado tras su tránsito por Mesopotamia, Armenia,
Asia Menor, etc. Nos hemos centrado en la función solar como el elemento más
característico de esta circunstancia, especialmente porque será el aspecto que
más se destaque de la imagen exterior que se tuvo de Mithra en aquella época.
No obstante, no debemos olvidar la vinculación del dios con la naturaleza y sus
atribuciones de ser demiúrgico que ha participado en la Creación; tampoco las
conexiones con la Otra Vida y el papel especial que desempeña en el combate que
está presente en la vida diaria entre las fuerzas del Bien y del Mal.
Pasamos ahora a la
segunda cuestión que dejábamos planteada. Al realizar una visión de las
características que definieron la figura y el culto de Mithra en el marco
geográfico oriental,71
nos encontramos con un dios que había ocupado un lugar predominante en el
panteón iranio, destacando por su importancia, su profunda implantación en la
sociedad y su especial vinculación con los poderes fácticos. Junto a estos
elementos, en cierto modo más generales y superficiales, hicimos referencia a
varios aspectos que estaban vinculados a las funciones atribuidas a esta
divinidad a lo largo de los siglos y los lugares. De entre éstas, queremos
centrar nuestra atención sobre aquellas que de alguna manera podrían ayudarnos
a responder a la pregunta formulada. El especial protagonismo que desempeñaba
Mithra dentro de las sociedades guerreras iranias, vinculado al sacrificio del
toro y el consumo de la sustancia del haoma hacen pensar en la posibilidad,
como hemos dejado planteada, que dentro de este contexto las referencias al
dios vinculado con las promesas de vida eterna y protección, ante ese momento
trascendental de tránsito, encontrasen algún tipo de formulación. De igual
manera, la propia ubicación se concede a Mithra en los diferentes textos
avésticos, le sitúan como uno de los tres jueces que estarán presentes en el
tribunal que va a juzgar a las almas de los creyentes cuando se acerquen al
Puente del Cinvât;
además, el alma del creyente podrá encontrar el lugar donde se va a desarrollar
su Juicio Final, por medio de la luz que emana de la figura de Mithra. La
vinculación que encontramos en el monumento de Nimrud Dagh, donde Mithra es
asemejado a Mercurio en calidad de psicopompo también se presenta como un
documento revelador relacionado con esta cuestión. Tomados en conjunto todos
los puntos a los que nos hemos referido arriba, nos encontramos con que en
torno a la figura de Mithra se han desarrollado, a modo de prácticas cultuales
o atribuciones, muchos elementos que se hallan en la raíz de lo que
posteriormente evolucionará hacia una religión mistérica. Localizar el momento
exacto en el que un grupo (o más) de seguidores de Mithra evolucionaron hacia
una manera de adoración más compleja y más en consonancia con el espíritu
religioso imperante en el mundo helénico desde el siglo IV a.C. resulta una
tarea que se encuentra frenada por la información escasa de que se dispone. Sin
embargo, no resulta exagerado pensar que de entre los dioses que constituían el
panteón iranio, Mithra presentaba el mayor número de elementos que
posibilitaban que dicha evolución se produjese en torno a su figura. El culto
mistérico mitraico encuentra su pleno desarrollo en el ambiente greco-latino
dentro de las fronteras del Imperio Romano. Entre los protagonistas que
intervinieron en la difusión de dicho culto, primero desde Asia Menor y Próximo
Oriente hacia Occidente y, luego, a todos los rincones del mundo dominado por
Roma, destacamos a las legiones romanas y a particulares de origen oriental. De
tal manera que muchos elementos que estaban presentes en esta religión
mistérica necesitaron de una adaptación y traducción a los esquemas y
parámetros religiosos de la población que se iba a convertir en receptora de
dichas prácticas, es decir recibieron una interpretatio.
Sin embargo, hemos querido demostrar con este trabajo que este proceso de
adaptación no supuso en ningún caso una ruptura abierta con el conjunto de
tradiciones e influencias iranias que habían intervenido decisivamente en la
configuración de una práctica mistérica en torno a la figura de Mithra. Al contrario,
resulta posible afirmar e identificar la continuidad de una serie de estos
elementos, los cuales nos permiten concluir que el Mitraísmo desarrollado
dentro de las fronteras del Imperio Romano desde fines del s. I d.C., se
encontró condicionado por el componente oriental que siempre estuvo presente en
su iconografía, su teología o su liturgia.
Notas
(*) Universidad de Las Palmas de
Gran Canaria.
1 Este mismo sentimiento es el
que utiliza un autor cristiano, Fírmico Materno para echar en cara a los
romanos seguidores de Mithra, que están poniendo su fe en un dios enemigo: Entonces, ¿qué respetas? En
sus templos (se observa) rigurosamente (la liturgia) de los magos según el rito
pérsico, ¿por qué no alabas a los persas más que en sus prácticas? Si te juzgas
digno del nombre romano, qué haces sirviendo así las liturgias de los persas,
las leyes de los persas... (De
errore profanorum religionorum. V, 2)
2 La couche fondamentale de cette religion, sa
strate inférieure et primordiale, est la foi d'Iran ancien de qu'il a pris son
origine. Cfr. F. Cumont, Les
Mysteries de Mithra. Brussels, 1956 1903, p. 30.
3 La teoría de Wikander con
respecto a la diferencia entre Μιθϱη΄
(MiqrhV) y Μιθϱα΄
(MiqraV) señala que debido a estas diferencias de aspecto filológico, nos
encontraríamos ante dos divinidades diferentes. El argumento de los Balcanes ha
sido desechado por poco profundo; al igual que la diferenciación etimológica,
ya que es rechazada por excesiva. Cfr. S. Wikander, Études sur les mystères de Mithras.
I. Lund, 1951, pp.
18ss.
4
Cfr. R.L. Gordon, "Franz Cumont and the doctrines of Mithraism", en
J. Hinnells, Mithraic
Studies, Manchester, 1975, pp. 215-248.
5 Widengren habla de cinco
apartados a partir de los cuales establecer esa relación: el trasfondo
geográfico, el trasfondo social, el trasfondo ideológico, el arte religioso y
los términos iraníes. Cfr.
G.Widengren, "Reflections on the origin of the Mithraic Mysteries". En AA.VV. Perennitas.
Studi in onore di A. Brelich. Roma, 1980, pp. 645-668.
6
Cfr. L.A. Campbell, Mithraic
Iconography and Ideology. EPRO 11, Leiden. 1968, pp. 179 ss.
7
Cfr. M. Speidel, Mithras-Orion,
greek hero and roman army god. EPRO 81, Leiden. 1980, p. 47.
8 D.
Ulansey, The
Origins of the Mithraic Mysteries: Cosmology and Salvation in the Ancient
World. Oxford, 1989, p. 159. Sin embargo, en
el trabajo de este autor americano, no acaba de quedar muy claro (o al menos él
no consigue explicarlo) por qué se deciden a tomar el nombre y representación
de Mithra, en lugar de cualquier otro dios. Podríamos pensar en el peso
específico que para los griegos y romanos siempre significó Oriente; pero,
Ulansey se esfuerza por romper los vínculos orientales de Mithra, de ahí que
tengamos la sensación de que en su investigación se ha centrado demasiado en
demostrar el componente astrológico de la tauroctonía descuidando otros
aspectos del culto mitraico que también nos llevan (o nos hacen mirar) hacia
Persia.
9 Bianchi presenta la
continuidad de esta conexión como un factor que amplía los elementos que nos
permiten afirmar la identificación entre un dios y otro. En sus palabras: E' la conessione stessa
Mithra-Sole che reppresenta un significativo fatto di continuità. (...) Mithra,
quello iranico e quello romano, ha con il Sole un rapporto. Cfr. U.
Bianchi, 1986: "La Tipologia Storica dei Misteri di Mithra". A.N.R.W. II,
17.4 (1986), p. 2123. También lo desarrolla en U. Bianchi,
"Prolegomena I", en U. Bianchi (ed.) Mysteria
Mithrae, Leiden,
1979, pp. 22-23.
10 Cfr. I. Gershevicth, "Die Sonne das
Beste", en J. Hinnells, Mithrai
Studies. I. Manchester, 1976, p. 84.
11 Cfr. G.Gnoli, «Sol Persice
Mithra», en U. Bianchi, Mysteria
Mithrae, Leiden, 1979, p. 733.
12 Se considera que el papel
que representa Mithra en el calendario iranio ocupando el lugar del séptimo mes
está en estrecha relación con el calendario babilónico y el papel ocupado por Shamash. Cfr.
G. Gnoli, "Politica religiosa e concezione della regalitá sotto gli
Achemenidi", en Studdi
in onore di G. Tucci. I. Napoli, 1974, p. 30. También se plantea las
relaciones que debieron existir entre la celebración de la fiesta otoñal
mesopotámica y el Mithrakana
iranio. Cfr. supra, cap. I.
13 Es el relator árabe
al-Bîrûnî (Âthâr
al-Bâqiya, E. Sachau (trad.) The
Chronology of Ancient Nations, London, 1969(1879), pp. 222-3) quien
explica que Mihr
(=Mithra) es el
nombre del Sol.
14 Cfr. J.Ries, «Théologie
Solaire Manichéenne et Culte de Mithra» en U. Bianchi, Mysteria Mithrae, Leiden,
1979, pp. 761-775.
15 Habría que tener en cuenta
también el papel que pudo ejercer el contexto anatólico en el refuerzo de esta
consideración solar en torno a Mithra. Especialmente si tenemos en cuenta los
estudios que tienden a identificar al dios iranio en las representaciones de
divinidades solares que portan corona brillante y carro y con símbolos solares,
aparecidas en la región del Bósforo. Cfr. Y. Ustinova, The
Supreme Gods of the Bosporian Kingdom: Celestial Aphrodite & the Most High
God. EPRO 135. Leiden, 1999, p. 271.
16 En el relato mítico que se
ha reconstruido en torno a los misterios mitraicos encontramos algunos
episodios: la orden de raptar y sacrificar al Toro Primigenio, el banquete que
juntos celebran con la carne del animal, el pacto que sellan dándose las manos
y, finalmente, la ascensión en el carro solar.
17 En esta línea debemos
interpretar la inscripción deo
invicto Soli soc(io). Cfr. C.I.M.R.M.
876.
18 Cfr. I. Chirassi Colombo
"Sol Invictus o Mithra, (per una rilettura in chiave ideologica della
teologia solare del Mitraismo nell'ambito del politeismo romano)", en U.
Bianchi, Mysteria
Mithrae, Leiden, 1979, p. 658.
19 Alvar critica a aquellos
autores que han querido minimizar la importancia de Mithra en el proceso de
implantación del henoteísmo solar. Aunque aclara que el Deus Sol Invictus
resultante no es abiertamente Mithra; sin embargo, el dios persa no pudo
sustraerse al influjo potenciado desde el poder imperial por lograr esta
aglutinación. En cualquier caso, el culto mitraico logró sobreponerse al
fracaso en el que terminan estos intentos henoteístas. Cfr. J. Alvar, "El
Misterio de Mitra", en J. Alvar, J. Blázquez, et alii, Cristianismo Primitivo y
Religiones Mistéricas. Madrid, 1995, p. 511.
20 Sobre esta moneda véase F.
Panvini Rosati, "Il contributo della Numismatica allo studio dei Misteri
di Mitra", en U. Bianchi, Mysteria
Mithrae, Leiden, 1979, pp. 551-555.
21 Bivar señala los puntos en
común entre esta iconografía irania y la mistérica, salvando las diferencias.
En la numismática greco-bactriana, se reconocen algunos atributos
característicos de Mithra, entre los que destaca la representación sobre un
carro solar. Cfr.
A.D.H. Bivar, "Mithraic Images of Bactria: Are they related to Roman
Mithraism?" en U. Bianchi (ed.), Mysteria
Mithrae, Leiden, 1979, p. 742.
22 La simbología solar suele
recurrir a una serie de signos e iconos coincidentes, de los cuales destacan
principalmente la cruz, la corona de rayos, el trueno, etc., por tanto, podemos
encontrar estos signos en lugares tan dispares como la antigua Mesopotamia,
donde parece que la cruz fue el símbolo del dios Shamash, (cfr. J. Black, and A.
Green, Gods,
Demons and Symbols of Ancient Mesopotamia. London, 1992, p.58)
hasta la Galia, donde el dios Taranis
era representado por una rueda solar, (cfr. J.L. Brunaux, Les religions des gauloises.
Paris, 1996, p. 54). Sobre las derivaciones de esta simbología, nos remitimos
al artículo de W.O. Moeller, "Marks, Names and Numbers: Further
Observations on Solar Symbolism and Ancient Numerology", en De Boer, M. et
Edridge, T.A. (eds.) Hommages à M.J. Vermaseren. II. EPRO 68. Leiden,
1978, pp. 801-820.
23 El interés de G. Dumézil
por el dios Mithra ha quedado reflejado en un buen número de sus obras, sin
embargo nos remitimos a su monográfico Mithra-Varuna,
New York, 1988, para acceder a su visión funcionalista de esta
divinidad irania. Un estudio más reciente de Mithra desde los parámetros de
esta funcionalidad guerrera lo podemos encontrar en el trabajo de J. Ries,
"Le Culte de Mithra en Iran", en A.N.R.W.
(1985), pp. 2751-2754.
24 Una estrofa del Mihr Yasht hace referencia a
esta cualidad, conectando claramente con una época anterior a la del momento en
que fue redactado el canto: A
god of high renown and old age, whom wide-hoofed horses carry against havocking
hosts, against enemies coming in battle array, in the strife of conflicting
nations. (Yt. 10,47) También es esclarecedora
la estrofa donde se mencionan los sacrificios que los jefes hacían al dios
antes de las batallas, cfr. Yt. 10, 8-11.
25 El término acuñado por la
historiografía para definir estas agrupaciones dentro de la tradición
indoeuropea ha sido Männerbünde.
Ustinova nos aclara a
qué hace referencia dicho término: the
term Männerbunde is applied to a rather wide range of phenomena, from secret
societies, based on selective meembership, to age classes, which include all
males of the same age, enjoying full rights within a given community.
Cfr. Y. Ustinova, op.
cit. 1999, p. 280.
26 Cfr. G. Widengren, Der Feudalismus in alten Iran.
Köln. 1969, pp. 83ss.
27 El pasaje de Jenofonte (Ciropedia 1.2.8) en
el que describe la división de la aristocracia masculina aqueménida en cuatro
grupos claramente delimitados ha sido interpretado como un testimonio de esta
práctica organizadora. En él vemos la articulación de la sociedad masculina
persa en grupos de edad, cada uno con sus funciones específicas y una
disciplina propia.
28 En algunos documentos,
Mithra recibe la epiclesis ughrâbazu,
un epíteto específico del vocabulario de las sociedades de hombres y que hace
referencia a la potencia de su brazo. Cfr. J. Ries, art.cit. 1985, p. 2753.
29 En el Avesta se utiliza la
palabra dûraosha,
que significa literalmente "aquel del cual la muerte huye". (Yasna
40). Cfr. R.C. Zaehner, Las
doctrinas de los magos. Introducción al Zoroastrismo. Buenos Aires.
1983, pp.127ss. También, J. Varenne, Zoroastro,
el profeta del Avesta. Madrid, 1989, p. 76.
30 Destacamos a Plinio, Historia Natural
VIII.143 y Aeliano, Historia
Varia 14.46. Algunas fuentes asirias aluden a estas bandas como
grupos de "perros furiosos". También se hace eco de este grupo de
jóvenes nobiliarios que tenían a Mithra como patrón J.Mª Blázquez, et alii. Historia de las Religiones
Antiguas. Madrid, 1993, p. 152.
31 Cfr. Y. Ustinova, op. cit. 1999,
pp.278-9.
32 La conexión entre estas Männerbünde y
los misterios mitraicos ha sido planteada principalmente por G. Widengren
"The Mithraic Mysteries of the Greco-Roman World with Special Regard to
their Iranian Background", en Problemi
attuali di scienza e di cultura. Roma, 1966, pp. 446-452; ; P. Beskow, "The
routes of early Mithraism", en Etudes
Mithriaques, Leiden, 1978: 17-18. También la
sugiere J. Ries, art.
Cit. 1985, p. 2770.
33 El origen de dicho grado
se vincula por algunos autores con la sociedad que fundaron los piratas
cilicios en torno al culto de Mithra; (Cfr. R. Turcan, Mithra et le Mithriacisme,
Paris, 1993, p. 84), sin embargo, también es posible entenderlo
como una reminiscencia de estos guerreros que organizaron fratías en
torno a este dios, dentro del contexto iranio.
34 Según Tertuliano la
adoración de Mithra en los misterios constituye una militia, a través de la cual, el
iniciado se convierte en milites
sui. Cfr. Tertuliano, De
Praescriptione... I, 40. Otra terminología también contribuye a
reconocer esta ideología militar presente en los misterios: desde la
consideración del Sol como socius,
hasta la relación de comes
(compañero) que se establece entre el iniciado y el dios.
35 Cfr. Tertuliano, De Corona, 15.
El combate simulado, donde supuestamente había una lucha entre el iniciado y un
dragón, se relaciona no sólo con las pruebas de madurez que debía demostrar
todo joven persa al llegar a la edad de 15 años para poder convertirse en
soldado (cfr. W.O. Moeller, art. cit., 1978, p. 810), sino también con el
relato mítico iranio que se encuentra en el origen de la celebración del Mithrakana.
36 La práctica del sacramentum o
juramento de fidelidad también se constata entre las legiones romanas. Sin
embargo, el origen de dicha fórmula junto con los demás elementos reseñados se
fundamenta en estas bandas guerreras. En palabras de Widengren: the
fact that all these data converge into the same direction, that organization
and ideology of the mysteries organically belong together and correspond with
organization and ideology of Iranian warrior-societies and the feudal
following, originating from these soldies fraternities. Cfr. G.
Widengren, art. cit.
1980, p. 665.
37 No debemos olvidar la
participación del componente heleno en la constitución del culto mistérico de
Isis-Serapis. Plutarco (De
Iside et Osiride 28) nos transmite la tradición antigua, por la
cual se pensaba que un sacerdote de Heliópolis, Manetón, junto con un tal
Timoteo, griego de la familia Eumólpida de Eleusis, habían sentado las bases
del nuevo culto en torno a estos dioses egipcios. Para ampliar sobre el origen
del culto isiaco, nos remitimos a S.A. Takács, Isis and Serapis in the Roman World.
EPRO 124, Leiden. 1994, p. 28ss.
38 Es reciente la aparición
de un artículo de J. David titulado "The exclusion of women in the
Mithraic Mysteries" Numen
XLVII,2 (2000) pp. 121-141. La hipótesis planteada por el autor
trata de demostrar que la idea comúnmente aceptada de que las mujeres no
participaban en la misterios mitraicos no puede sostenerse de forma absoluta,
puesto que hay testimonios locales de implicaciones femeninas en algunos grupos
mitraicos. Sin embargo, el propio carácter limitado de estos testimonios (en
ningún caso hemos pensado que porque las mujeres no pudieran participar en su
culto, eso significara que ignoraran quién era Mithra y la existencia de un
culto propio) significa, a nuestro entender, que en algunas comunidades pudo
existir cierta "apertura" con respecto a aceptar a mujeres en algunas
prácticas. En cualquier caso, no debemos olvidar que el propio Mitraísmo es el
resultado de un proceso cultural evolutivo, lo que permitiría entender que en
algún momento y lugar se produjeran posibles reinterpretaciones o
transformaciones locales.
39 Sin embargo, nos
encontramos con el relato mítico zoroastriano que nos explica cómo la
corrupción y caída en pecado del Hombre Primordial (Gayômart) se produce por la
intervención de la mujer (el Demonio
Ramera) que toma partido por el bando maligno de Anra Mainyu. (Bundahish,
I, 30 ss).
40 El fin de la Creación es
propagar la Vida, (Vendidad 18.62). Zaehner describe la visión que
existía entre los zoroastrianos respecto a la familia y la función de cada
miembro en ella. Cfr
R.C.. Zaehner, op.
cit. 1983, p. 125ss.
41 En un artículo de Pervin
J. Mistry titulado "Role of Women in Family & Society" difundido
en la página oficial del Avesta hace mención de mujeres que han tomado cierto
protagonismo en el Zoroastrismo y cuyos nombres aparecen en textos religiosos
como el Farvardin
Yasht o en oraciones. Cfr: [www.avesta.org/avesta.html]
42 El texto traducido al
inglés dice: in
the presence of (= by?) Baga
and Mithra. Cfr.
N. Sims-Williams, "Mithra the Baga", en P. Bernard, F. Grenet,
(dirs). Histoire
et Cultes de l'Asie Centrale Préislamique. Paris,
1991, p. 179.
43 Una de las conclusiones a
las que llega P. Thieme a partir de su análisis del Yasht X es que Mithra es un
dios de los hombres y para los hombres., cfr. P. Thieme, "Mithra in the
Avesta", en Etudes
Mithriaques IV. Leiden, 1976, pp. 501-510.
44 Si bien debemos tener en
cuenta que estos nombres nos han llegado en su mayoría a través de documentos
oficiales o inscripciones, por lo que no debemos olvidar que las mujeres se
encontraban totalmente apartadas de dichas actividades.
45 Queremos hacer una mención
del episodio legendario de las Amazonas, como ejemplo paradigmático de una
sociedad guerrera exclusiva de mujeres. Pseudo-Calístenes en su Vida y Hazañas de Alejandro
de Macedonia introduce una serie de referencias sobre algunas
prácticas de estas mujeres, presentadas a través de los ojos de Alejandro
Magno. Se hace referencia al rito
mistérico anual en el País de las Amazonas (cfr. III, 19) éste puede ser la fiesta que
durante 30 días hacemos en honor de Zeus, Poseidón, Hefesto y Ares,
sacrificando caballos en su honor (cfr. III, 25). Si bien el pasaje
puede ser totalmente inventado, encontramos un rasgo característico del
espíritu comunitario que caracteriza a las Männerbünde:
la celebración de sacrificios y fiestas que potencien el hermanamiento entre
los miembros de la comunidad.
46 Cfr. F. Cumont, op. cit., 19561903 ,
pp. 135ss.
47 Cfr. B. Lincoln, "Mithra(s) as Sun and
Savior", en U. Bianchi, (ed.) La Soteriologia dei culti orientali nei
Imperio Romano. Leyden, 1982, p. 506. Desde el punto
de vista astrológico, Bausani insiste en que se puede rastrear el motivo
iconográfico astral del toro acuchillado hasta la mitad del III milenio. Cfr.
A. Bausani, art. cit. 1979, p. 508.
48 En este sentido, resulta
esclarecedor el trabajo hecho por J.R. Hinnells, quien repasa cada uno de los
argumentos expuestos por Cumont, para demostrar la contradicción o presunción
en que suelen sustentarse. Aborda tanto los elementos teológicos del relato,
como la propia simbología de los iconos representados. Cfr. J. Hinnells, "Reflections on the
bull-slaying scene", en Hinnells, J (ed). Mithraic Studies II, Manchester. 1975, pp. 290-312. Sin embargo, el propio autor no es contrario a la
postura investigadora de tratar de rastrear posibles influencias iranias en la
práctica tauróctona y en otros elementos del Mitraísmo.
49 En el Bundahisn XIV,
9 se narra cómo los hijos surgidos de la Madre Tierra (Spandarmad) y
la simiente de Gayômart
se convierten en la primera pareja humana (Mashyê y Mashyânê). En
el sacrificio del toro que realizan encontramos la intervención de un pájaro
(el buitre que se apropia del pedazo de carne destinado a los dioses) y un
perro que acaba por comerse el resto de la carne.
50 Aceptamos lo que dice
Zaehner en lo referente a que este relato representaría una antigua forma de
sacrificio pre-zoroástrico, pero nos parece poco sólida la afirmación: este sacrificio inicial
celebrado por Mashyê se corresponde estrechamente con el sacrificio
representado en los monumentos mitraicos. Cfr. R.C. Zaehner, op. cit. 1983, pp. 67-68. Menos sentido aún tiene la afirmación lanzada por Hermann, quien
identifica a Mithra con Mashyê.
51 No sólo entre los iranios,
sino entre todas las poblaciones de la antigüedad (e incluso algunas
contemporáneas). Hay testimonios de vinculación de ganado bovino a prácticas
sacrificiales desde épocas neolíticas, hasta civilizaciones avanzadas no sólo
orientales, sino también occidentales. Nos remitimos a la tesis doctoral de C.
Delgado Linacero, El
Toro en el Mediterráneo, Madrid, 1996, para obtener una imagen de
conjunto de la función religiosa del toro desde Mesopotamia hasta la Península
Ibérica.
52 En la celebración de la
liturgia del Yasna,
tenía un lugar importante el sacrificio del toro, junto a la presentación y
comida de otros alimentos como el pan (Drôn).
53 Hinnells realiza un
estudio comparativo entre ambas divinidades, señalando cuáles son los textos
del Avesta donde se señalan estas características. Cfr. J.R. Hinnells, art. cit, 1975, p. 311,
n.132.
54 Esta posibilidad ha sido
sugerida por J. Duchesne-Guillemin, La
Religion de l'Iran ancien. Paris, 1962, p.349ss.
55 Y en este sentido irían
las afirmaciones que sostiene M. York en su artículo "The Mithraic
tauroctony as a derivative of an Indo-european Soma/Haoma Sacramental
Cult" en Journal
of Indo-European Studies 21, 3-4 (1993), pp. 193-206, cuando
concluye que el sacrificio del toro Hadhayash por Soshyant es ciertamente una
variante del mismo Mithra/Mitra y pudo aparecer consecuentemente que la figura
del Salvador del mundo soshyant, es al final lo mismo que Mithras en el culto
occidental.
56 Existe hoy en día la común
aceptación de que algunas concepciones religiosas marcadas por la astrología
(bien sea su origen caldeo o de otra región) pudieron dejar su huella en la
religión mitraica. Véase por ejemplo el arco zodiacal que está presente en el
mitreo de Ponza. Cfr. M.J. Vermaseren, Mithriaca
II. The Mithraeum at Ponza. EPRO 16, Leiden, 1974, p. 9.
57 Cfr. C.I.M.R.M.
I 54, 58-61, 67, 823. En el Mitreo de Dura-Europos aparece
con caracteres griegos ναμα
(cfr. C.I.M.R.M.
I, 46). Beck señala algunas de las fórmulas aparecidas en el mitreo de S.
Prisca donde es recogida esta palabra: Nama
Leonibus tutela Iovis; Nama Patribus ab oriente ad occidentem tutela Saturni.
Cfr. R. Beck, Planetary Gods and Planetary
Orders in the Mysteries of Mithras. EPRO 109,
Leiden. 1988, pp. 2-3.
58 Guarducci analiza las
expresiones en que nama
aparece en casos de nominativo o dativo. Cfr. M. Guarducci, "Il Graffito del
Mitreo del Circo Máximo", en U. Bianchi, (ed.) Mysteria Mithrae, Leiden, 1979,
pp. 174-175.
59 Cfr. W. Belardi,
"Discussione en torno al artículo: Materiale epigrafico di S. Stefano
Rotondo". En U. Bianchi, (ed.) Mysteria
Mithrae, Leiden, 1979, pp. 110-111.
60 Panciera hace esta
interpretación a partir de una inscripción hallada en el mitreo de S. Stefano
Rotondo, donde vivas
es usado como aclamación, en un caso muy parecido al que solemos
encontrar para nama.
El autor establece la siguiente correlación: la
mia impressione che qui "vivas" sia sentito come equivalente latino,
più o meno adeguato della nota acclamazione d'origine iranica "nama".
Cfr. S. Panciera, "Materiale epigrafico di S. Stefano Rotondo". en en
U. Bianchi, (ed.) Mysteria Mithrae, Leiden, 1979, pp. 93.
61 Cfr. F. Cumont, Textes et monuments figurés relatifs aux mystères
de Mithra. Brussels. 1899, p. 281. En el
catálogo de inscripciones mitraicas que R. Sierra del Molino presenta para la
región de la Galia Narbonense, también se constata la presencia de una
inscripción donde posiblemente haya una mención al epíteto Nabarzes. Cfr.
Sierra del Molino, R: 1993. cultos
mistéricos en la Galia Narbonense: Mecanismos de difusión e implantación social
e ideológica. Tesis Doctoral de la U.L.P.G.C. Las Palmas de G.C.
(en prensa).
63 Cfr. G. Widengren, art. cit. 1980, p.654,
n.30.
64 Cfr. M Schwartz,. "Cautes and Cautopates,
the Mithraic Torchbearers", en J Hinnells, (ed). Mithraic Studies
II, Manchester. 1975, pp. 422-423.
65 Las siguientes teorías son
recogidas por Schwartz, quien ofrece un amplio resumen de las hipótesis
vertidas con respecto a los dadóforos por los investigadores más destacados. Cfr. M.. Schwartz, ibid. pp. 407
ss.
66 Cfr. L.A. Campbell, Mithraic Iconography and
Ideology. EPRO 11, Leiden, 1986:, pp.70 ss.
67 Cfr. M.. Schwartz, art. cit., 1975, p. 419.
68 Cfr. C.I.M.R.M.
I, 221-222, 369, 833-834; C.I.M.R.M.
II, 1773, 1775.
69 Entre los autores que
establecieron la existencia de una continuidad en la funcionalidad del Ahrimán
mazdeísta y el mistérico se encontraban Cumont, Zaehner y Duchesne-Guillemin.
Desde los años ochenta, se ha desechado dicha continuidad, especialmente por
las contradicciones internas que hubiese supuesto para la propia teología
mitraica; tener algún tipo de veneración al elemento que encarnaba la fuerza
opuesta en el combate eterno en el cual se encontraba inmerso Mithra. Arimanio fue
integrado dentro de la práctica mistérica mitraica de una manera sui generis,
manteniendo poco en común con el Ahrimán
iranio. Cfr. G. Sfameni Gasparro, G. "Il Mitraismo nell'ambito della fenomenologia
misterica". en en U. Bianchi, (ed.) Mysteria
Mithrae, Leiden,
1979, p. 323; H. Von Gall, "The Lion-Headed and the Human-headed God in
the Mithraic Mysteries". en Etudes.Mithriaques,
Leiden, 1975, p. 519.
70 La presencia del dios
Mithra en este relieve ha sido interpretada desde diferentes perspectivas,
tanto para identificar al rey parto allí representado, como al papel simbólico
del dios. En cualquier caso, su identificación no se cuestiona en un relieve
que hace referencia en última instancia a una victoria militar del ejército
parto sobre las legiones romanas encabezadas por el emperador Joviano o
Juliano. Sobre las
distintas interpretaciones del relieve véase G. Azarpay, "The Role of Mithra
in the investidure and triumph of Sapur II" Iranica Antiqua XVII (1982), pp.
181-191; A. Shapur Shahbazi, "Studies in Sasanian Prosopography II. The
relief of Ardaser II at Taq-I Bustan", Archaeologische
Mitteilungeng aus Iran, 18 (1985), pp. 181-185; O. Nicholson,
"Taq-I Bostan, Mithras and Julian the Apostate: an irony", Iranica Antiqua XVIII
(1983), pp. 177-179.
71 Para un estudio completo
nos remitimos a I. Campos, El
culto del dios Mithra en la Persia Antigua. Las Palmas de G.C.
2001.
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